El domingo 15 de julio tuve el honor de conocer por primera vez la ciudad de Comodoro Rivadavia, invitado por la Municipalidad. Fue para dar una disertación para el cierre de la Feria del Libro sobre la guerra en Ucrania, y en el Dom Polski para brindar otra sobre la vida y obra de nuestro genio musical Fryderyk Chopin.
En un marco excelente en ambas ocasiones, quiero resaltar y agradecer muy especialmente a la sección cultural del municipio, a Liliana Peralta, como así también a todo su equipo, por el interés y esfuerzo para poder hacer realidad mi llegada. Y a la presidenta de Dom Polski Comodoro, la señora Mónica Mickiewicz, como así también a la escritora María Teresa Dittler por sus gestiones para poder llevar a la realidad tan importante acontecimiento.
El encuentro en la casa polaca me dejará un recuerdo imborrable por varios motivos: la excelente cantidad de público, que superó con creces lo que se esperaba. El enorme respeto y silencio de todos los presentes, no solo durante mi exposición, sino también durante la impecable ejecución al piano de Martín Hernández, pianista de vocación (y de alma), quien durante varios minutos nos hizo vivir al Chopin más auténtico en muchas de sus más renombradas creaciones. El enorme aplauso (ovación en realidad), le impidió sentarse durante varios minutos, en los cuales tuvo que acercarse para saludar varias veces más. El clima intimista, las palabras de las autoridades, el enorme agradecimiento hacia mi (y mío hacia ellos), fueron matizados por un buffet organizado por el propio cuerpo de danzas polacas Spadek, jóvenes miembros que mantienen nuestras tradiciones precisamente mediante la música.
La vuelta, sólo puede prometer un próximo encuentro…la distancia se vuelve efímera cuando la calidad humana es tan grande.
Gustaw Sterczek