Por Margarita Schultz
El gran músico polaco Frederic Chopin vivió entre 1810 y 1849.
La extensa variedad de obras musicales, que compuso Chopin hasta su muerte a la temprana edad de 39, contiene un grupo particularmente admirado por pianistas y público; se trata de las polonesas. Sobre estas obras quiero detenerme aquí.
La música de Chopin posee una magia singular; se puede decir que llega al alma en cuanto es recibida durante la audición. ¿Por qué? ¿Por qué esa música nos atrapa de inmediato, nos compromete de ese modo? ¡Es como si la emoción que despierta se anticipara a lo que hemos de oír!
El célebre pianista Arthur Rubinstein dijo sobre la música de Chopin: “¡Es un canto interior transformado en piano!”
¡Sí! Chopin siempre ofrece un canto en sus melodías; por eso su música permanece en nuestro interior, porque la ‘cantamos’ de modo íntimo. Es cierto, la música no se puede explicar, apenas es posible acercarse a ella con indicios de palabras. A la música, más bien, hay que escucharla, hacerla propia y familiar…
A los 10 años Chopin escribió su primera polonesa, a los 15 años, sus primeras mazurkas; existe un lazo filial entre sus polonesas y mazurkas… tanto así, que polonesas suyas contienen mazurkas en su ‘interior’. Tal vez ese ‘lazo’ entre polonesas y mazurkas, se deba a que provienen de antiguas danzas folclóricas, probablemente de zonas rurales; el humus de la danza subyace en ellas, de allí las ‘repeticiones’ de pasajes. Pero, en tanto que las mazurkas suenan más íntimas, misteriosas, recónditas, las polonesas exteriorizan, son más ‘descubiertas’, manifiestas. Se percibe en ellas, de pronto, un espíritu marcial, presente en la intensidad y el modo de tratar los acordes, tan definidos, tan enérgicos (los acordes se forman con sonidos superpuestos). Expertos han señalado que en esos pasajes está presente la memoria y el homenaje a las guerras polacas de Independencia.
Sin embargo, ese clima marcial suele mutar, en la misma obra y de modo contrastante, hacia un aire breve, nostálgico y tierno. Uno de los aspectos que encanta en ellas (fuera de la belleza de sus melodías), es el de los contrastes apasionados.
Elementos musicales de tipo ‘pasional’, son, allí: el tempo rubato (robado, de realización sonora rítmica libre, pasajes escapados de la regularidad del tiempo normal del compás), el denominado ritenuto (reteniendo) donde todo parece detenerse apenas un instante para reiniciar a tiempo, poco después, (con esos recursos, modera los pasajes ‘marciales’). Asimismo, el modo conocido como ‘agitato’ (agitado) alude a la pasión de las emociones nacionales.
La intensidad del alma polaca aparece siempre en sus obras: ¡se desborda y al momento se contrae y retrae para volver a desbordarse! Los ‘compases’, en la música tradicional, son unidades musicales de tiempo; se siguen unos a otros en la escritura, separados por una ‘barra’ vertical; normalmente presentan un acento, un énfasis, en el primer tiempo. Para expresar marcialidad Chopin no necesita recurrir al compás de 4/4 (de cuatro tiempos consecutivos), cuadrado, típico de las ‘marchas’ militares … le son suficientes para alcanzarla los mentados acordes, definidos y firmes, así como la energía que imprime al compás de 3/4 (tres tiempos), fluido, circular, abierto.
Un detalle destacable es que la música del Himno Nacional Polaco está escrita en el compás de una ‘mazurka’. Fue compuesto por Josef Wybicki en 1797 y cantada en muchas batallas al mando del General Dabrowski. En 1927, la Mazurka de Dabrowski fue reconocida oficialmente como Himno Nacional de Polonia.
La música de Chopin es fecunda en oposiciones; la nutrieron su adhesión al Romanticismo y la vivencia personal de sufrimientos y tormentos de diversa índole. Esos contrastes de intensidad y velocidad, a su vez, generan contrastes comprensibles en la emoción de los receptores. Se nota en el paso frecuente desde pasajes de fuerza y energía, (‘forte’), hacia otros pasajes (‘piano’), sumamente delicados, apenas audibles a veces. Estos cambios expresivos exigen, a su vez, al oyente y al intérprete una entrega desprendida, profunda, de su emocionalidad.
¿Por qué detenerse en un grupo de composiciones, como las Polonesas, frente a otros tipos de obras de Chopin, complejas, con elevados desafíos técnicos, como los Estudios, Conciertos, Nocturnos, Preludios, Baladas, Sonatas, Valses? (Se estima su número en más de 230).
Pareciera ser que las polonesas, con ese lirismo delicado combinado con una poderosa energía, son la síntesis del espíritu polaco chopiniano. ¿Será ese el mensaje que transmiten al oyente?
Margarita Schultz
Foto 1: Escultura en bronce. F. Chopin
Foto 2: Casa Natal de Frederic Chopin. Zelazowa Wola.
Foto 3: Fragmento de partitura de una polonesa de Chopin. N° 6
Polonaises Op. 26, 40, 44, 53, 61 - Vladimir Ashkenazy
https://www.youtube.com/watch?v=Pp4v42suFQg&t=504s
https://www.musicaclasica.info/obras-maestras/polonesas- de-chopin en la polonesa n° 5 op 44 en el minuto 6 introduce una mazurka!
]https://www.youtube.com/watch?v=T94HPcCtXLI
Mazurkas por Arthur Rubinstein + You Tube