Festividad de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos en Polonia.
Uroczystości Wszystkich Świętych i Dzień Zadusznych
La llegada de noviembre marca en Polonia uno de los períodos más solemnes del calendario. La Festividad de Todos los Santos (Uroczystość Wszystkich Świętych) y el Día de los Fieles Difuntos (Dzień Zaduszny), el 1⁰ y 2⁰ de noviembre respectivamente, constituyen dos de las celebraciones católicas de mayor arraigo en el país.
El 1⁰ de noviembre es un feriado nacional ineludible, cuya importancia trascendió incluso el régimen comunista, que lo mantuvo, aunque con un enfoque laico centrado en el recuerdo de los Muertos por la Patria.
La Peregrinación de la Luz: Un Homenaje Masivo
Este período es un tiempo de profunda reflexión y recogimiento familiar. El acto central es la visita masiva a los cementerios, una tradición que transforma los camposantos polacos en espectáculos lumínicos. Las familias acuden para limpiar las tumbas, depositar flores y, crucialmente, encender miles de velas en general en unos frascos de vidrio denominados znicze (ver fotografía 2), participando además en misas y procesiones.
La magnitud de la convocatoria es tal que la afluencia de visitantes genera notables embotellamientos en las vías de acceso a los cementerios, evidenciando la dimensión de esta devoción nacional.
"La primera vez que visité de noche la Necrópolis de Powązki en Varsovia, donde descansan algunos de mis antepasados, el efecto visual me resultó sobrecogedor. La luz de las velas es impresionante, imprimiendo una aureola mágica al lugar. Son miles y miles de puntos de luz cuya intensidad se logra divisar a kilómetros."
Historia y Evolución de las Costumbres
La Solemnidad de Todos los Santos se gestó en el siglo IV, cuando el número de mártires se hizo tan extenso que la Iglesia optó por una celebración conjunta, fijada el 1 de noviembre por el Papa Gregorio IV en 835. En la antigüedad, la fecha se entrelazó con ritos paganos asociados al final de la cosecha. Existía la creencia de que, en la noche del 1 al 2 de noviembre, las almas de los fallecidos regresaban a la tierra para visitar sus hogares. Las costumbres variaban enormemente: mientras en algunas regiones se dejaban platos de comida para los difuntos o se encendían hogueras como guía o fuente de calor para las almas, en otras se evitaba prender las chimeneas, consideradas posibles puntos de paso de las ánimas.
Hasta bien avanzada la década de los 60, algunas iglesias polacas mantenían el peculiar rito de dejar un ataúd vacío, un cáliz y una Biblia para que los muertos "celebraran su misa". Fue el Papa Juan XXIII quien propuso desdramatizar esta costumbre y su reemplazo por el Cirio Pascual, simplificando el rito que se mantiene vigente hoy, según señala el Consultor Padre Dr. Juan Sikorski.
La Procesión de las 5 Estaciones y el Contraste con Occidente
Además de visitar cementerios se realiza una procesión que es denominada de las 5 Estaciones.
La tradición también permite a los fieles solicitar que sus seres queridos sean nombrados en misa (wypominki) a cambio de una limosna voluntaria.
La Reafirmación de la Fe frente a Halloween
En un fenómeno reciente, surgido como una oposición cultural a la celebración de Halloween, ha ganado popularidad la Marcha de Todos los Santos cada 31 de octubre. En este evento, los participantes se disfrazan de distintos santos, en una reafirmación pública y festiva del carácter cristiano y solemne de la conmemoración.
Andrés Chowanczak,
Vicepresidente de la Unión de los Polacos en la República Argentina.
Consultores:
Padre Dr. Juan Sikorski
Dr. Pawel Blazewicz
Fotografías: Andrés Chowanczak, Roman Wróbel