El 27 de enero se conmemora la liberación en 1945 del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, por parte de las tropas soviéticas. Esa fecha fue oficialmente proclamada por la UNESCO en noviembre de 2005 como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Todos los años se utiliza esta fecha para honrar a las 6 millones de víctimas judías y a los otros millones de víctimas de diversas nacionalidades. Las ceremonias que se realizan en el mundo sirven para tener memoria y educar a las nuevas generaciones sobre hechos que no deberían repetirse jamás.

Es una fecha muy significativa para mi familia. Mi abuelo Jan Daniel Chowanczak fue una de las personas que sufrió en persona el horror de los campos de concentración nazis. Antes de comenzar la guerra, sus socios británicos del Overseas Bank of London le pidieron que abandonara su Polonia y girara sus fondos a Londres. La contestación de mi abuelo fue categórica: "no voy a sacar un centavo de mi país y menos cuando este más lo necesita"".

Asimismo, nombró en el directorio de su empresa a un alemán: Hanz Schultz. Si llevásemos esto al plano local, es como si en diciembre del 78 (cuando gracias a nuestro Santo Juan Pablo Segundo no entramos en guerra con Chile), o en abril de 1982 (en plena guerra con Inglaterra) un empresario argentino nombrase en el directorio de su empresa a un chileno o a un inglés respectivamente. Esta acción fue fuertemente resistida, tanto por el resto de los directivos, como también por los empleados. Sin embargo, fue una jugada estratégica genial. El interventor (evidentemente amigo de mi abuelo) hizo la vista gorda a toda su actividad subversiva. En la sede de la empresa, en Krakowskie PrzedmieÅ›cie 15/17, como así también en el edificio de la calle Pulawska, se planearon algunas de las operaciones más espectaculares de la A K (Armia Krajowa - la Resistencia Polaca). Se escondió a personas perseguidas por la Gestapo, se almacenaron armas (mi abuelo compró una enorme cantidad de armamento a oficiales alemanes que venían del Frente Oriental) y se deban clases clandestinas, entre otras actividades.

Sin embargo, la suerte de mi abuelo se apagó el día 10 de agosto de 1944. Fue arrestado en la sede de su empresa, la cual fue incendiada, y fue llevado al espantoso campo de concentración de Buchenwald. La segunda imagen de esta nota es un cupón del campo. Allí al negarse a colaborar con los nazis fue arrojado a una jauría de perros, los cuales destrozaron una de sus piernas, la herida gangreno y la pierna tuvo que se amputada. Mi abuelo falleció desangrado a los 54 años el 26 de octubre de 1949.

Cuando visité por primera vez Varsovia, tuve la suerte de encontrarme con personas que habían sido ayudadas por mi abuelo y escuchar de sus labios su heroica historia. Que en paz descanses abuelo Jan.

Andrés Chowanczak
Vicepresidente de la Unión de los Polacos en la República Argentina.


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